miércoles, 31 de octubre de 2012

EL CONFORMISTA


El conformista (1972), dirigida por Bernardo Bertolucci (1941-), se centra en el año 1937, en la Italia de Mussolini, una Italia de régimen fascista.
Al comienzo del film vemos a Marcello, de 33 años de edad, como en una reunión con el Coronel de la policía secreta fascista acuerda con éste su ingreso en la policía secreta. Su amigo Italo, ciego, en un comentario en la radio legitimaza la alianza que mantienen Alemania e Italia cuando dice: “Alemania e Italia blindan una forma de revolución antiparlamentaria y antidemocrática”. En la conversación con el Coronel de la policía secreta éste le comenta a Marcelo cual son los motivos por los que la gente colabora con el fascismo:
En primer lugar, por miedo; en segundo lugar, por dinero; y en tercer lugar, los menos, por creencia. Aquí podemos ver como el Coronel sitúa en primer lugar el miedo. Da a entender que éste es un régimen político basado, principalmente, en el miedo.
Otro aspecto que se destaca de la conversación de Marcello con el Coronel es que para éste los motivos que mueven a Marcello a colaborar con el fascismo no es ninguno de los tres, y se pregunta cual será el motivo. Sin dejar esta cuestión, durante la conversación de Marcello con el profesor Quadri en la casa de este en París, Marcelo le dice: “la culpa de mi afiliación al fascismo la tiene su marcha de Italia”. Su afiliación al fascismo se produce por el abandono del profesor Quadri, que lo tenía como un padre protector desde la Universidad, ya que el suyo no había ejercido como tal por su internamiento en el manicomio. Su afiliación es consecuencia de su conformismo por no destacar por encima de los demás a cambio de colaborar con el fascismo, lo que suponía pérdida de derechos individuales, como el de elección, el de libertad, etc…
El film trascurre en la luna de miel en París, donde obedeciendo órdenes debe de asesinar a su profesor, Quadri, exiliado desde la llegada del fascismo a Italia. Una vez en París Marcello es invitado por el profesor a acudir a su casa. Durante la conversación de los dos en el despacho del profesor, éste le saca a relucir que Italia es el mito de la gran cueva [1], es decir, Italia es un reflejo o una sombra de la realidad.
Durante dicho diálogo entre los dos, Marcelo hace referencia al mito de la gran cueva, que debía ser su tesis doctoral, pero al exiliarse el profesor hace el trabajo sobre otro tema,  y se refiere a este mito de la cueva (Platón lo menciona en su obra como el mito de las cavernas) cuando le dice:
Imagínate un gran calabozo, en forma de cueva, dentro unos hombres que sólo ven allí desde su infancia, encadenados y condenados a ver sólo el lado oscuro de la cueva. Tras ella, a lo lejos, parpadean las llamas de una hoguera, entre el fuego y los prisioneros. Imagínese un muro no muy alto, semejante al pequeño escenario en el que un artista mueve a sus marionetas.

Aquí Marcello hacer una analogía de la situación de Italia. Compara la situación de los hombres del calabozo, encadenados y condenados, desde su infancia, con la situación de los italianos, encerrados si posibilidad de salir del fascismo. Marcello interpreta que la situación en Italia es comparable con un escenario de marionetas, donde las marionetas (los italianos) son dirigidos por el artista (Mussolini). Las órdenes se cumplen sin cuestionarlas.
Un especto a destacar de esta reunión es la situación en la que queda el despacho del profesor, me refiero a la oscuridad, parecida a una caverna o cueva. El profesor compara  a los prisioneros encadenados con los italianos engañados con la propaganda fascista.
Al final del film Marcello rehúsa matar al profesor, pero tampoco lo impide. Ha llegado a un estado psicológico de negación de su condición de fascista y desprecio a éstos.

Para concluir, de esta película se puede extraer que las personas no deben ser el mezclarse con las masas, el no destacar, en definitiva, el conformarse. Tal y como reseña el mito de la caverna los seres humanos nos podemos convertir en esclavos cuando creemos todo lo que nos cuentan como realidad. Debemos ser críticos con las situaciones o personas si queremos no caer en el conformismo. Debemos madurar intelectualmente  para cuestionar los ideales, las doctrinas, las creencias, los principios que nos han transmitidos, etc…

[1] PLATÓN (427-347 a. C), La República Libro VII

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